No dejaba de mirarse las manos, ¿por qué todo el mundo le decia que eran feas?.
Mordisqueaba sus uñas y arrancaba las pieles constantemente como intentando pulirlas para darles la imagen que debían tener; para ella nunca eran feas aunque estuvieran sangrando los surcos entre la uña y la piel.
A ella siempre le habían gustado sus manos, no por lo perfectas, que nunca lo fueron, sino por lo mucho que siempre decían.
1 comentario:
Es ti, nena?
Están de puta nai as fotos, mólanme moito!!! e o texto que as acompaña tamén, por suposto, "aleación" perfecta...
Gracias polos teus comentarios no flog :)
Un bicazo!
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